viernes, 9 de junio de 2017

¿Es junio el fin de Mayo?

Tras las oscuras olas de populismo y radicalismo que azotaron las costas británicas hace casi un año y las estadounidenses en un frío día de noviembre, parecía que los valores del mundo occidental estaban moribundos y que el miedo a los atentados había logrado dividirnos y convertirnos a nosotros en los auténticos terroristas y los lobos para los otros hombres. Por fortuna un atisbo de esperanza se escuchó en Francia el mes pasado y se enarboló la bandera de la tolerancia, el respeto y la confianza; esperanza que se ha visto reforzada cuando al despertar esta mañana he visto que Theresa May había perdido la mayoría absoluta que tenía su partido hasta ahora.
Cuando vio que los sondeos previos a su imprevista llamada a las urnas le daban más de 20 puntos de ventaja sobre los laboristas se dijo a sí misma: "esta es una oportunidad que no puedo perder". Pensaba que era virtualmente imposible que perdiera. Se imaginaba entrando en Westminster victoriosa, llevada en brazos por los casi 400 MPs que pensaba reunir en el parlamento. Creía que su proyecto superaría a David Cameron y hundiría a un Partido Laborista debilitado y a una oposición frágil. De una escasa mayoría de 331 asientos, May confiaba en pisarle los talones a Thatcher. Su éxito le daría la aprobación del pueblo británico para poner en jaque a Bruselas y conseguir todos los términos y condiciones que quisiera respecto al acuerdo del Brexit. Fracasó. Su campaña fue un desastre de principio a fin, dejándonos momentos para la posteridad como "correr por los campos de trigo", esconderse de Jeremy Corbyn eludiendo debates y entrevistas o el impuesto de la demencia. Sus aspiraciones de un Brexit duro (a lo que, recordemos, durante el referéndum se había opuesto, por lo menos en teoría) se han visto truncadas y su fracaso la deja en la cuerda floja y rezando para que Corbyn no la sustituya en el 10 de Downing Street. Este es el merecido castigo por traficar con las opiniones de la gente, mentir sin piedad, jugar a ser más lista que todos los demás juntos y seguir una política hipócrita digna de UKIP.
El error de May fue el mismo que el de Cameron en su día: confiar demasiado en encuestas volátiles y dar las cosas por sentado. Y es que las 2000 personas que fueron entrevistadas en los sondeos previos a la llamada a las urnas nunca pueden ser una cantidad representativa de la población. Ahora hay que decirle a la señora May que tiene que "respetar la voluntad de la gente".
El hecho es que los laboristas se han visto claramente reforzados, los independentistas escoceses han perdido muchos miembros de la cámara de los comunes y los liberales demócratas han mejorado su resultado (conviene recordar que el sistema de elecciones británico "first-past-the-post" perjudica a los partidos pequeños y beneficia el bipartidismo de los partidos tradicionales). Así que las opciones de May son muy limitadas ahora mismo. Puede apostar por un gobierno en minoría, puede darles a los independentistas lo que quieren, puede cambiar su política del Brexit y tratar muy bien a los Liberales Demócratas o puede permitir un gobierno de Corbyn. Cualquier escenario suena bastante poco prometedor para los conservadores. Quizás junio sea el final de Mayo.