jueves, 15 de septiembre de 2016

El impacto del Brexit en los QS World University Rankings 2016

La incertidumbre respecto a la financiación de los proyectos de investigación de las universidades británicas derivada del Brexit les ha pasado factura a todas. QS World University rankings 2016 salió publicado la semana pasada.
Si bien los QS rankings distan de ser perfectos y sus criterios para medir las "mejores universidades" no son los mejores y no reflejan completamente la realidad de la calidad de algunas instituciones (por ejemplo, que Bristol esté por delante de St. Andrews y Durham o que Dartmouth College, Exeter University o Bath estén peor consideradas que Lancaster o Aberdeen quizás no sea del todo cierto. Pregúntenle a cualquiera del Reino Unido si Exeter es más prestigiosa que Aberdeen y a alguien de Estados Unidos si una institución de la Ivy League como Dartmouth es peor que Rice y se sorprenderán. Este comentario no tiene carácter ofensivo, recordemos que estamos hablando de las "mejores universidades" y no defiendo que Bristol, Lancaster o Aberdeen sean malas universidades, pero dentro de las "mejores" hay algunas instituciones que son "mejores" que otras), es importante reconocer que son relativamente precisos y que consideran un amplio número de criterios. Pero básicamente lo que dicen los rankings de QS y de Shangái en materia de clasificar universidades va a misa. Y hoy en misa se predica que aunque no se hayan iniciado las negociaciones del Brexit todavía, solo el hecho de haber votado ha conseguido lo que no se había visto nunca en la historia de QS World University Rankings: Cambridge ya no es el número 3. No es la única que ha caído. Todas a excepción, inexplicablemente, de Edimburgo han bajado, y algunas hasta casi 15 puestos a causa de que la nefasta decisión de salir de la Unión Europea ha creado posibles problemas financieros. Si yo fuera Stanford ahora mismo, iría a casa de Theresa May, David Cameron, Nigel Farage, Michael Gove y Boris Johnson a agradecérselo. Y resulta que ha sido necesario un 51% de los votos de una nación para que su principal rival en materia de universidades, Estados Unidos, se frote las manos y lance una risa siniestra a los cielos similar a la de la malvada Bruja del Oeste.
Si había dudas de si el voto "Leave" era una buena idea, parecen haberse despejado por completo en estos meses. En 24 horas los resultados del Brexit le hicieron un daño a la libra del que todavía no se ha recuperado y ahora QS World University rankings señala que una de las principales fuentes de exportación del Reino Unido (sí, amigos, todavía se llama así, aún no se ha desintegrado, pero esperemos un poco a ver qué pasa), la educación, también ha sido afectada. Y es que la victoria del Brexit es la victoria del egoísmo más absoluto, del radicalismo nacionalista y la derrota de la integración. Es cerrarle la puerta a una Unión Europea que ha mantenido la paz en el continente y que lucha día a día para resolver los problemas que acechan a los casi 30 estados miembros. No es perfecta, pero es de lo mejor que tenemos.
Si yo fuera ahora mismo David Cameron pediría disculpas. Disculpas por haber pensado que tener el 51% de la Cámara era igual a tener el 51% del apoyo popular. Disculpas por ignorar que no le debo la victoria en las urnas de 2015 a mi programa, sino al sistema "First-past-the-post" y haber ido de sobrado y de creído en el referendum. Disculpas por crear una fractura generacional y reavivar el problema con Escocia. Y disculpas por haberme inventado un método fantástico para acabar con los radicales de UKIP accediendo a darles una concesión tan importante sin pedir nada a cambio. ¡Si resulta que soy don Solidario! ¡Qué tiemble Gandhi! Y renunciaría a mi sueldo de ex-primer ministro porque el hombre que herido a una nación no merece cobrar nada, y menos cuando tengo tanta pasta.
Y si yo fuera ahora mismo Theresa May también pediría disculpas. Disculpas por haber fingido ser partidaria del "Remain" y ahora que me quito la máscara muestro que soy una euroescéptica que ignora las peticiones de Cameron de mantenerme cerca de la Unión Europea siendo yo primera ministra del Reino Unido.
Y si yo fuera Nigel Farage, renunciaría inmediatamente a mi silla de Eurodiputado y pediría disculpas por ser un hipócrita, por haber dimitido de UKIP pero por seguir en la UE. Pero, ¿a que la Unión Europea no está tan mal mientras te siga pagando el sueldo?
Y si yo fuera Boris Johnson, me estaría muriendo de vergüenza al ver que la ciudad en la que estudié y mis antiguos profesores se muestran radicalmente en contra de mi fantástica ocurrencia. Y me estaría muriendo de vergüenza de colgar en las redes sociales "Es triste ver a Cameron dimitir de su escaño" sabiendo que fui yo, su primo quien ha hecho eso posible. Y me estaría muriendo de vergüenza de pensar que alguna vez me eché algún amigo alemán o español o francés o italiano o húngaro (la lista en interminable) y de decirle a la cara que si quiere venir a la universidad no le será tan sencillo.
Lo que prueba esta votación es que no todo puede salir a referendum. Y si alguien tiene dudas, ¿por qué no hacemos un referendum a ver si nos está permitido darle una patada a Boris Johnson? ¡Ánimo, solo necesitamos el 51%!

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